Claire de Mezerville López. Representante del IIRP en Latinoamérica
El teletrabajo vino para quedarse. El 2020 ha impactado a grupos y comunidades de maneras ampliamente diversas, el teletrabajo no es necesariamente la norma. Sin embargo, quisiera enfocar este aporte sobre esta realidad particular: el teletrabajo, el liderazgo y la construcción de cultura restaurativa.
Práctica Explícita: ser intencionales
Abrir caminos con un enfoque restaurativo pasa por el primer gran umbral de ser intencionales. A esto le llamamos práctica explícita: lo que hacemos para restaurar, debe hacerse de manera abierta, honesta y clara. Lo cual nos lleva a la pregunta: ¿restaurar qué?
- Restauramos el valor intrínseco de toda persona: lo hacemos separando a la persona de la conducta (hipótesis de Braithwaite). Lo hacemos al reconocer que somos responsables por nuestro comportamiento y debemos rendir cuentas del mismo, que se vale pedir ayuda, que la reparación es posible y que toda persona, sin importar su condición, merece tener un sentido de valía y de pertenencia.
- Restauramos el valor de las relaciones sanas: Entendemos una relación sana como aquella que honra la dignidad humana mediante las altas expectativas dentro de un contexto de apoyo y cercanía.
- Restauramos la confianza comunitaria: Llevando a cabo procesos justos, descritos por Kim & Maugbourne (2003) como procesos comunitarios altamente participativos, donde hay transparencia en el liderazgo y ciclos continuos de retroalimentación, que generan a su vez claridad de expectativas y rendición de cuentas.
Estos principios aplican tanto a nuestra labor docente, ya sea con grupos en edad preescolar, escolar, colegial o universitaria, así como a la realidad organizacional e inclusive la gerencia de un equipo de trabajo de alto nivel. En medio de las diferencias que cad escenario presenta, el tema de fondo es el mismo: somos personas con valor individual, capacidad relacional y dinámicas de confianza y participación.
Principios que guían nuestra práctica
En el IIRP, como organización, hemos identificado algunos principios que manifiestan lo anterior y que nos ayudan en el proceso de construir una cultura restaurativa de manera intencional, comenzando por nuestra propia dinámica laboral. Estos principios son los siguientes:
- Creemos que las personas tienen la capacidad de crecer y aprender en su trabajo y en su conducta.
- Respondemos a las situaciones CON las personas, no CONTRA ellas, POR ellas o NO respondiendo del todo.
- Separamos la acción de la persona, afirmando el valor del individuo aunque desaprobemos una conducta inapropiada.
- Las personas funcionan mejor en un ambiente que anima la libre expresión de emociones -resolviendo y minimizando las emociones negativas y maximizando las positivas, pero siempre dejando a las personas expresar lo que realmente piensan y sienten.
- No se espera que sepamos todas las respuestas. En lugar de intentar contestar o actuar con conocimientos inadecuados, necesitamos saber pedir ayuda.
- Es nuestra responsabilidad aprender a ofrecer y recibir retroalimentación de manera respetuosa.
- Somos un buen ejemplo para los demás cuando admitimos que nos hemos equivocado y lo hacemos con humildad.
- Ayudamos a las personas a desarrollar competencias en lugar de actuar por ellas y darles las respuestas. (IIRP, 2018).
Crisis y (des) ajuste
¿Estamos aún en crisis por la situación global sanitaria? Las crisis son estados agudos de impacto y desorganización y por definición, son temporales. En el mejor de los casos, después un período de tiempo, la crisis decanta en un período de ajuste.
Al mes de julio de 2020, podríamos decir que no estamos en crisis, sino atravesando los procesos de ajuste o de desajuste consecuentes a la crisis. Es posible que nuestras comunidades sean revictimizadas por otros impactos sociales, sanitarios y económicos. No obstante, las condiciones que nos llevaron al teletrabajo de emergencia ya no están en el proceso de «choque», sino más bien en el período que podría llamarse de «resaca»: ¿qué ha quedado de la primera, segunda y quizás tercera respuesta?
Existen grupos y organizaciones que lograron implementar programas tecnológicos para sobrellevar la dinámica o buscaron alternativas análogas, de educación popular o de algún tipo de híbrido. En ocasiones, los recursos han sido limitados, generando condiciones de estrés severo que se ha sostenido en el tiempo.
En términos de salud ocupacional, vulnerabilidades relacionadas al género, acceso a la conectividad y a la tecnología de manera emergente, el teletrabajo ha representado altos niveles de tensión e incertidumbre. El rol del liderazgo en grupos, organizaciones y comunidades puede tener un gran impacto en el afrontamiento colectivo de una situación de por sí difícil.
¿Qué entendemos por liderazgo?
“Obtenemos poder y tenemos influencia en el mundo gracias a lo mejor de nuestra naturaleza humana, pero perdemos poder a causa de lo peor de ella.”
– Dacher Keltner
En sus más de dos décadas de investigación con la Universidad de Berkeley, Dacher Keltner propone que el poder no es algo que se arrebata, como diría Nicolás Maquiavelo, sino más bien algo que las personas nos otorgan en la medida en la que perciben que contribuimos con el bien común. Aunque «bien común» puede ser algo que diferentes personas y grupos entiendan de formas distintas, el punto de esta reflexión es que asumimos un rol de liderazgo cuando ejercemos una influencia significativa a nuestro alrededor y cuando lo hacemos de manera intencional. Más que tener una posición de jerarquía, la invitación aquí es a utilizar nuestro poder de influencia al enfocar nuestras energías en:
- Validar la experiencia de las personas a nuestro alrededor
- Abrir espacios para la empatía
- Habilitar voces diversas
- Generar y defender espacios participativos
- Desafiarnos mutuamente a responder con lo mejor de lo que somos
Liderazgo implica posicionarnos de manera honesta y explícita ante la realidad. Como lo menciona Kaethe Weingarten (2003) al hablar sobre ser testigos compasivos ante la realidad: ¿qué tanto asumimos la consciencia de lo que implica el momento presente, para nosotros y para los demás? ¿En qué medida actuamos de forma valiente sobre las cosas en las que tenemos control en formas consistentes con nuestros valores y para tener un impacto positivo sobre la realidad?
Liderazgo y la Escalera Relacional
Frida Rundell (2017) propone un esquema llamado «la escalera relacional». Si bien su trabajo se ha enfocado en el acompañamiento a personas que han atravesado situaciones de trauma, me gustaría aplicarlo al acompañamiento desde el liderazgo organizacional o docente en tiempos de pandemia: de alguna manera, navegamos un trauma colectivo y la respuesta restaurativa a ello es necesariamente comunitaria y relacional.
La escalera es la siguiente (Ver Figura 1):

Figura 1. Escalera Relacional. Rundell, 2017.
Nuestra intención es generar un impacto relacional y comunitario sobre nuestras realidades. Como líderes, nuestra meta es ser agentes de empoderamiento y motivación para las personas, llámense estudiantes, subalternos, compañeros y compañeras de equipo o colegas. Sin embargo, este objetivo, en la parte de más arriba de la escalera, no funciona sin los peldaños desde la base. Cada peldaño responde a una necesidad humana:
Las personas necesitan seguridad: debemos ofrecerles estructura. En las condiciones de teletrabajo, donde la vida laboral invadió el hogar, la estructura se experimenta en la forma de horarios claros, promover buenas prácticas de atocuidado y establecer objetivos concretos con fechas claramente establecidas. Como líderes, debemos asesorarnos con respecto a volumen de trabajo, recursos tecnológicos y plazos que son apropiados: el teletrabajo inesperado puede hacernos exigir más o menos de lo que es razonable porque tenemos poca experiencia en esta modalidad: la fatiga de zoom, riesgos de salud, costos adicionales de internet o problemas de conectividad son conversaciones que deben establecerse con claridad. Debemos abrir canales de comunicación para abordar incidentes críticos y situaciones emergentes con un abordaje orientado a soluciones accesibles para todos los integrantes de la comunidad.
Las personas necesitan desarrollar consciencia sobre la realidad: debemos ofrecerles apoyo. Reconocer nuestro lugar en el cuidado colectivo de la salud, así como entender la incertidumbre y cambio que se atraviesa en este momento histórico será posible en la medida que exista apoyo para las personas. De manera concreta, significa que abramos espacios para la empatía, identificación conjunta de necesidades y canales de información sobre las realidades nacionales y particulares a cada grupo.
Las personas necesitan expresar lo que realmente piensan y sienten: debemos abrir espacios para la participación. Devolverles una influencia sobre la realidad de la organización, centro educativo o comunidad. Generar espacios participativos, creativos, receptivos a múltiples formas de ver problemas y soluciones, es parte de regirnos por procesos justos. Debemos generar conversaciones para la lluvias de ideas, metas, cómo fomentar una cultura de la evaluación continua y fortalecer ciclos activos de retroalimentación.
Las personas necesitan empoderamiento: debemos desafiarlas. Todo lo anterior es lo que nos lleva a establecer metas, objetivos conjuntos, soluciones creativas y dinámicas organizacionales de alta creatividad y efectividad. Solo podemos lograr esto saliendo de nuestra zona de comodidad. No es una competencia ejecutiva individual, este abordaje consiste en un trabajar desde lo comunitario con un enfoque relacional de alto apoyo y altas expectativas. Un liderazgo restaurativo jamás consistirá en mantener a las personas cómodas, sino en desafiarles a alcanzar su máximo potencial y a contribuir de manera significativa con el entorno.
Para terminar…
No podemos dar lo que no tenemos. Debemos comenzar desde adentro: desde el autocuidado, tratémonos a nosotros mismos con amabilidad y cuidemos nuestra salud física y emocional. Desafiémonos a ser resilientes y a crecer en medio de las dificultades. Enfrentemos la realidad con un profundo sentido de consciencia y responsabilidad. De vez en cuando, descansemos en el sano sentido del humor y en burlarnos un poco de nosotros mismos. No podemos tomarnos tan en serio y eso nos ayuda a crecer en humildad, escucha activa y salud mental. Al final, no somos más que personas: seres humanos en un punto azul en algún rincón del espacio: nada más y nada menos. Celebrémoslo y continuemos construyendo.